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Mostrando entradas de abril, 2009

Animales inútiles (I)

Escribo este post a riesgo de que me caigan encima los zoólogos u otros defensores a ultranza de la naturaleza. Para empezar, no tengo nada en contra de la vida de nadie (sea humana, animal o vegetal), pero es que, sinceramente, a veces me pregunto: para qué carrizo Dios (si es que él fue el que creó todo) o la selección  natural de Darwin permitieron la existencia de ciertos animales que, por más que les busco la vuelta, no les encuentro mayor utilidad en la tierra.

El parque

Suelo ser de los que adora ir con sus hijos a compartir fuera de casa un día domingo. En mi caso particular, trato de que ese día la cuestión resulte todo un acontecimiento. Orianny, que así se llama mi hasta ahora único retoño, disfruta mucho cuando ella y yo, sin más compañía, solemos ir a una serie de lugares que ya los tenemos reservados, cual cómplices de un importante hecho, en la biblioteca de nuestras satisfacciones en común. Y a pesar de que, como ya dije antes, disfruto mucho esos momentos, hay uno en particular que me resulta poco menos que una verdadera pesadilla, por supuesto que no por mi hija, sino por el entorno en el que me toca desenvolverme. Me refiero a los parques infantiles, esas pequeñas extensiones de territorio donde, amparados en unos pocos implementos de hierro o plástico que a ellos (los niños) les hace volar la imaginación, yo encuentro el lugar ideal para que las angustias afloren en mi ser.