Ir al contenido principal

Teatro al volante en Los Teques

ELENCO:
Simpáticas señoras atravesadas
Un pendejo conductor atravesado
Un autobusero atravesado
Yo, el conductor

Escenario:
Cualquier calle y esquina de la ciudad en la que vivo desde que nací

Sube el telón

*Escena 1:* Vienes conduciendo. Te acercas a la esquina. El semáforo cambia de rojo a verde, con lo que no disminuyes la velocidad porque piensas que - lógicamente - atravesarás el cruce de calles sin interrupciones. Sin embargo, una o dos simpáticas señoras se lanzan justo en ese momento - mientras ven el semáforo y te ven a ti - a atravesar la calle, sabiendo que no deben hacerlo. Corren y no corren, es decir, hacen como que corren pero realmente continúan caminando, solo que esta vez poniendo cara de pendejas, con esa sonrisa típica vernácula del que sabe que lo está haciendo mal, que trasgrede una norma o ley, y aún así lo sigue haciendo. Las ves queriendo tener el poder, a lo Mazinger Z, de lanzar rayos láser por los ojos y convertirlas en polvo cósmico. Ellas terminarán  de cruzar la calle con esa especie de sonrisa insoportable en el rostro, con cara de que "esto no debe hacerse, pero igual me atravieso".

*Escena 2:* Vienes conduciendo. Te acercas a la esquina. El semáforo está en rojo y cambia a verde, por lo que aceleras la marcha de tu vehículo. Sin embargo, de la otra calle perpendicular un pendejo muy pendejo parece recibir con la luz amarilla del semáforo que le toca a él una fuerza inusitada en su pie derecho, y entonces acelera más que tú. Se atraviesa, hay cola en su calle y queda en todo el medio, justo trancando más la vaina. Entonces tú te calas toda tu luz verde sin moverte, escuchando el impertinente corneteo detrás de ti hasta que llega el rojo. Ahora o te aguantas o - como el pendejo se quita - te sientes con derecho a hacer lo mismo y eres tú el que te atraviesas. Como reivindicando tu derecho arrebatado a usar tu luz verde. Derecho arrebatado por un pendejo muy pendejo que, mientras se atravesó conteniendo la misma sonrisita vernácula transgresora, ni volteó a mirarte. Evadiendo tu mirada a lo Mazinger Z queriendo pulverizarlo.

*Escena 3:* Vienes conduciendo. Ya no llegas a la esquina sino que vas por una calle normalita. No te explicas por qué si transitas por el canal rápido éste no se mueve. Ah, claro, es el señor autobusero que decidió unilateralmente parar la carcacha que maneja en ese canal porque el otro, que sirve de parada, está lleno de otros armatostes como el de él. Y comienza a vociferar el colector que le acompaña: "La Cascada, La Cascada, Carrizal, Barrio Bolívar". Esta vez ya no son ganas de usar la mirada a lo Mazinger Z, quieres más bien tener, como el recordado robot de la comiquita, un par de buenos puños misiles y esperolar el armatoste de autobús.


¡Qué agradable es manejar en Los Teques!

Baja el telón

Comentarios

Entradas populares de este blog

Animales inútiles (I)

Escribo este post a riesgo de que me caigan encima los zoólogos u otros defensores a ultranza de la naturaleza. Para empezar, no tengo nada en contra de la vida de nadie (sea humana, animal o vegetal), pero es que, sinceramente, a veces me pregunto: para qué carrizo Dios (si es que él fue el que creó todo) o la selección  natural de Darwin permitieron la existencia de ciertos animales que, por más que les busco la vuelta, no les encuentro mayor utilidad en la tierra.

Lo que no me gusta de Facebook (que quizá a otros les parezca genial)

Antes que me caigan encima los pocos mortales que puedan leer esto , debo decir que hay muchas cosas que sí me gustan del referido sitio (una de ellas es que lógicamente encuentras a mucha gente que hace años no ves). Pero voy con algunas que hasta el momento no me terminan de convencer . Las nombro sin ningún orden jerárquico, sino más bien como las voy recordando.

En recuerdo de Carlos Rivero Blanco

De esto se leerá poco en los medios. Quizá ni salga en TV ni en radio. Y los influencers de redes tal vez no lo mencionarán. Mucho menos en vísperas de un proceso electoral donde el tema político opaca más de lo que ya lo hace a diario a otras fuentes informativas en este país de locos y sin sentido. Me entero que ha fallecido un gran venezolano. Una persona a la que no conocí, solo lo vi una vez en el año 2017 durante un curso de redacción de artículos en biología de la conservación realizado en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) del cual tuve el honor de formar parte, como facilitador de un módulo y como estudiante. Y allí pude escuchar a un inmenso Carlos Rivero Blanco hablar con una increíble sencillez y a la vez con sabiduría de variados temas relacionados con las áreas en las que se desempeñó toda su vida: educación, conservación ambiental, escritura, biología, divulgación científica, parques nacionales, su experiencia (lo que llamarían hoy emprendimien